sábado, 16 de enero de 2010

Uno de bienaventuranzas

Bienaventurados los que pierden
porque de ellos son las miradas compasivas
en las tardes de domingo.
Bienaventurados los que se lamentan
porque suyo es el paraíso de los inútiles.
Bienaventurados los que nunca creyeron
en sus fuerzas y lanzaron sus pendones
a las huestes enemigas.
Bienaventurados los que fracasan
y organizan sus vidas conforme a una derrota.
Bienaventurados los que esperan
el viento de cara y un golpe de fortuna
puesto que viven en el tiempo detenido.
Bienaventurados los que no se embarcan,
bienaventurados los que no se mojan.
Bienaventurados todos
porque suyo es el reino de las disculpas.
Bienaventurados, en fin, los fracasados
los inútiles y los cobardes
porque siempre habrá una excusa para ellos,
porque no sabrán nunca que lo son.